viernes, 1 de julio de 2011

Historias de Supervivencia


                Peter Josef Greenfeld – Klineman tenía apenas cuatro años cuando fue llevado con su familia de Theresienstadt a Auschwitz. Su padre era Yosef Klineman que provenía de Checoslovaquiay ya había sido asesinado. Cuando llegó a Auschwitz –Birkenau le fue tatuado el número A-2459.
                Fue enviado a los laboratorios, recuerda los experimentos. Recuerda el pánico cada vez que iba al laboratorio, preguntándose ¿Ahora que me van hacer? Sin tener a su madre junto a él para que lo consuele. Sufría  mucho por las inyecciones que le daban y los arranques de  piel para hacer unas pruebas, y hay veces que no veía bien por las gotas que le ponían en los ojos.
El nos cuenta: "Ya en el primer día, siendo pequeño tuve que aprender mi nuevo nombre A-2459, mi nuevo domicilio: el número de la barranca en que me encontraba. Recuerdo que debía cuidar el pedazo de pan que recibía de desayuno".

"Nueve meses permanecí en Auschwitz, hasta que llegó el día de nuestra liberación. La persona que me crió y me dio su nombre fue asesinado y yo fui cuidado por su hija en Rusia"



                Mary Cogan tenía cuatro años cuando el drama de la Segunda Guerra Mundial afecto a su familia era a finales de 1939.
               
Su abuelo fue uno de los primeros. Pese a su intento por ponerse de pie, uno de los soldados lo sacó del grupo y le disparó a sangre fría en la cabeza y el pecho, pese al clamor de la gente.
Eran tantos los confinados que Mary apenas lograban sentarse. La gente hacía sus necesidades donde dormía. “Las condiciones eran infrahumanas, muy terribles. Era cuestión de esperar la muerte o sobrevivir de milagro”
Una noche mi madre me dice: ‘llegó la hora de irnos’”.
“Yo tenía tanto miedo, pero lo hicimos. Nos arrastramos. Los alambres de púas de las cercas nos desgarraban la espalda y nos sangraba el pecho por el contacto con las piedras”.
“Nos arrastramos sin hablar, tratando de no respirar, sin mirar atrás. Con la mirada firme al horizonte. No sé si habremos avanzado cientos o miles de metros, solo sé que fue hasta el amanecer, en busca de la ansiada libertad”.

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